En un contexto de crecimiento económico mundial se prevé moderado para 2025 y 2026, los mercados emergentes se erigen como la fuerza silenciosa capaz de impulsar la expansión global en las próximas décadas. Mientras las economías avanzadas enfrentan un crecimiento cercano al 1,5% en 2025, los países en desarrollo alcanzan tasas superiores al 4%, consolidando su papel clave en el panorama económico internacional.

Este artículo explora los fundamentos, las dinámicas regionales, los riesgos, las oportunidades y el impacto global de estos mercados, aportando datos, cifras y tendencias basadas en las últimas previsiones del FMI, PwC y otras instituciones relevantes.

El pulso del crecimiento global

La economía mundial se encamina hacia un crecimiento del 2,5% en 2025 y del 2,6% en 2026, cifras que, aunque modestas, muestran la resiliencia de los países emergentes frente a la desaceleración de las economías avanzadas. Excluyendo a China, el crecimiento de estos mercados llegará al 3,3% en 2025 y al 3,7% en 2026.

Según PwC, se espera que en las próximas décadas los emergentes mantengan un ritmo promedio del 3,5% anual hasta 2050, duplicando el tamaño de la economía mundial y consolidándose como el verdadero motor oculto de la economía mundial.

Principales actores y dinámicas regionales

Los mercados emergentes no forman un bloque homogéneo; sus trayectorias dependen de factores locales, políticas y entorno internacional. A continuación, un vistazo a las regiones más influyentes:

• Asia: India y Vietnam lideran con más del 6% de crecimiento, mientras China mantiene un ritmo moderado (4,5% en 2025). Indonesia refuerza sus fundamentos económicos y se posiciona como destino atractivo para la inversión.

• América Latina: Brasil crece de manera gradual apoyado en una gestión empresarial prudente. México alcanza un modesto 0,8% en 2025, afectado por tensiones comerciales. Chile y Colombia sufren la volatilidad de precios de materias primas y ajustes fiscales.

• Oriente Medio: Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos diversifican sus economías con éxito, impulsando sectores como transporte, turismo y finanzas más allá del petróleo.

Fundamentos económicos y políticas

Al iniciar 2025, los mercados emergentes presentan bases fundamentales más sólidas que en periodos anteriores. La inflación se ha normalizado, las balanzas exteriores muestran superávit y las reservas de divisas alcanzan niveles confortables. Este entorno fortalece la confianza de inversores y empresas globales.

Las compañías emergentes gestionan mejor su apalancamiento, con niveles inferiores a los de sus rivales en economías avanzadas. Además, el menor impacto de la desaceleración china en el conjunto de emergentes evidencia una mayor diversificación de sus economías.

Políticas monetarias y financieras

Durante el segundo semestre de 2025, treinta y dos economías emergentes flexibilizarán su política monetaria, apoyadas en la apreciación de sus divisas y la contención de la inflación. Este movimiento contrasta con la postura histórica de endurecimiento tras crisis inflacionarias.

En paralelo, el Banco Central Europeo prevé reducir su tipo de interés al 1,5% a finales de 2025 y la Reserva Federal estadounidense valora un ajuste más suave, contribuyendo a un posible aterrizaje suave de la economía global. El dólar mantendrá su fortaleza, aunque las perspectivas para divisas emergentes son equilibradas o incluso constructivas.

Riesgos y desafíos

A pesar de las perspectivas positivas, existen amenazas que pueden frenar el avance de los mercados emergentes:

• Proteccionismo y guerra comercial: las tensiones arancelarias impulsadas desde EE.UU. pueden alterar flujos comerciales y cadenas de valor.
• Incertidumbre política en Estados Unidos: cambios en la política comercial o variaciones bruscas del dólar implican vulnerabilidades.
• Inflación desbocada: un repunte inesperado elevaría los costes de financiación y erosionaría márgenes empresariales.
• Dependencia de materias primas: la caída de precios afecta gravemente a economías como Chile y Colombia.
• Políticas fiscales restrictivas: limitan la capacidad de estímulo en momentos de desaceleración.

Oportunidades y tendencias clave

Frente a los desafíos, emergen tendencias que brindan oportunidades de crecimiento:

La deslocalización (nearshoring) gana relevancia al reconfigurar cadenas de suministro hacia países con costes competitivos y menores riesgos geopolíticos. Esto beneficia especialmente a economías asiáticas y latinoamericanas.

La diversificación económica impulsa a potencias del Golfo como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que destinan recursos a turismo, construcción y energías renovables.

El crecimiento del talento tecnológico en mercados emergentes abre puertas a inversiones en innovación, fintech y servicios digitales, transformando economías tradicionales en hubs de tecnología.

Por último, la valorización de la deuda soberana emergente en divisas fuertes, con rendimientos cercanos al 8%, se consolida como una clase de activo atractiva para inversores globales.

Impacto global y perspectivas a largo plazo

Actualmente, los mercados emergentes generan más del 35% del PIB mundial y aportan estabilidad en momentos de incertidumbre en economías avanzadas. Se prevé que, de mantenerse las tendencias, dupliquen el tamaño del PIB global para 2042, transformando el equilibrio de poder económico en el siglo XXI.

Este crecimiento sostenido será crucial para afrontar retos globales como el cambio climático, la digitalización y la reducción de desigualdades. El protagonismo de estos países no solo impulsa el comercio y la inversión; también amplía la voz y el impacto de economías diversas en la gobernanza internacional.

Conclusión

Los mercados emergentes representan hoy más que nunca el motor oculto de la economía mundial. Con fundamentos sólidos, políticas monetarias flexibles y oportunidades de diversificación, estos países ofrecen una alternativa robusta ante la desaceleración de las economías avanzadas.

Sin embargo, la atención a riesgos como el proteccionismo, la volatilidad de commodities y la inflación es esencial para mantener la trayectoria de crecimiento. Inversores, empresas y gobiernos deben colaborar para fortalecer la integración y aprovechar al máximo el potencial que surge de este escenario.

Solo así, en conjunto, se podrá garantizar un futuro donde la prosperidad global sea fruto de la cooperación y el dinamismo de todos los actores, con los mercados emergentes a la vanguardia del desarrollo mundial.